Calidad, calidad, calidad

Entre el chorreo constante de noticias sobre el cierre de agencias, suspensión de pagos, agonías... es difícil mantener la serenidad y definir el camino oportuno a seguir. O mantenerlo aunque y cuando ya lo tenías claro.

Por un lado existe una competencia que emborracha el cliente haciéndole creer que cualquier producto cuesta la mitad de lo que vale.

Frente a los embistes de esta forma de trabajar, quiénes hemos apostado por un producto de calidad, al principio lo tenemos crudo.

Pero no nos engañemos, perder el rumbo por las dificultades iniciales, nos lleva directos al definitivo fracaso. 

La calidad cuesta conseguirla y más cuesta mantenerla.

Pero no hay otro camino.

En un año en lo que todo ha sido complicado, nos hemos hecho a veces llevar por la inmediatez de las necesidades, mas nos hemos tenido que arrepentir rápido. Abandonar una filosofía de trabajo se paga pronto.

Nos paramos a reflexionar y tenemos claro que nuestra razón de ser, lo que nos ilusiona, es otra cosa.

Nuestro trabajo puede definirse en tres sencillas palabras: calidad, calidad, calidad.

Pedimos disculpas si en algún momento no hemos podido pronunciar todas las sílabas con claridad. 

Ya hemos hecho terapia de reflexión, nos hemos reconfirmado en lo que sabemos y con cariño y profesionalidad seguimos el mismo camino que NUNCA hemos abandonado, ni querido abandonar.